El sufrimiento de América
Hubo unos buenos tiempos
con el romancero viejo
pero ahora estoy yo,
más sé, no soy el primero.
Hoy os voy a contar algo,
historias de hace tiempo,
del viaje a América
y más el Renacimiento.
Hubo una vez un indio,
que vivía en un pueblo,
un pueblo de América
sin cultivos, sin dinero.
Además, sus habitantes,
hambrientos y muy enfermos,
y ya, por si fuera poco,
tenían grandes impuestos.
Pero un día de estos,
llegaron dos caballeros,
ellos eran de España
y serán nuestros maestros.
Eran dos buenos hermanos,
parecían ser del cielo.
No iban con largas lanzas,
sino con armas de fuego.
Gritamos todos: ¡salvación!
Pero solo fue comienzo
de una vasta destrucción,
y todos fuimos muriendo.
Demasiadas guerras hubo,
que ganando y perdiendo,
hacían hacer trabajos
y gastar asaz esfuerzo.
Entonces, yo les pregunté
aunque con cierto miedo:
-¿Por qué infames vosotros?,
dejarnos estar contentos.
A lo que respondieron,
con tono poco sereno:
-Nosotros somos los dueños,
sucios indios sin derechos,
tenemos vuestros terrenos
nos mináis, oro y hierro.
Yo os juro por mi rey
y también por el gobierno
que todos estos campos,
por fin serán todos nuestros.
-¡Wekufe!, grité a ellos
menos mal, no me oyeron
porque si no, yo pronto
estaría en el infierno.
con el romancero viejo
pero ahora estoy yo,
más sé, no soy el primero.
Hoy os voy a contar algo,
historias de hace tiempo,
del viaje a América
y más el Renacimiento.
Hubo una vez un indio,
que vivía en un pueblo,
un pueblo de América
sin cultivos, sin dinero.
Además, sus habitantes,
hambrientos y muy enfermos,
y ya, por si fuera poco,
tenían grandes impuestos.
Pero un día de estos,
llegaron dos caballeros,
ellos eran de España
y serán nuestros maestros.
Eran dos buenos hermanos,
parecían ser del cielo.
No iban con largas lanzas,
sino con armas de fuego.
Gritamos todos: ¡salvación!
Pero solo fue comienzo
de una vasta destrucción,
y todos fuimos muriendo.
Demasiadas guerras hubo,
que ganando y perdiendo,
hacían hacer trabajos
y gastar asaz esfuerzo.
Entonces, yo les pregunté
aunque con cierto miedo:
-¿Por qué infames vosotros?,
dejarnos estar contentos.
A lo que respondieron,
con tono poco sereno:
-Nosotros somos los dueños,
sucios indios sin derechos,
tenemos vuestros terrenos
nos mináis, oro y hierro.
Yo os juro por mi rey
y también por el gobierno
que todos estos campos,
por fin serán todos nuestros.
-¡Wekufe!, grité a ellos
menos mal, no me oyeron
porque si no, yo pronto
estaría en el infierno.
Foto de Montaña creado por wirestock - www.freepik.es
2 comentarios
Mola el romance, sobre todo que te hayas inspirado en clase de historia para escribirlo. Me gusta que no hallas mostrado a ninguno de los lados como perfecto; Cosa que en ocasiones hacen algunos. Pero el romance muestra de una forma rápida y efectiva como pudo ser la conquista de América. Con el pueblo en el que imperaba la miseria y los españoles siendo recibidos como dioses para después invadirlos. Y sobre las armas de fuego leí que algunos pensaron que eran dragones. Y que hayas incluido un insulto mapuche es un gran detalle. Además el dramatismo le sienta genial.
ResponderEliminarRespecto a la musicalidad el romance indica bien como quiere ser leído. Lo cual unido al dramatismo que he mencionado da un tono muy acertado.
Sin embargo he encontrado el minúsculo fallo, dado que en cierta parte del romance se cambia de forma un poco abrupta la persona en la cual se narra.
Muy bien, Sergio. Algunas faltas de ortografía pero el discurso es coherente y constructivo; siguiendo las instrucciones.
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